El
privilegio real de celebrar mercado era de gran importancia en la época, dada
la necesidad de intercambio comercial, y es por esto por lo que se encontraba
estrictamente regulado. Para ello, en la Edad Media aparecen disposiciones de
tipo sanitario en los Fueros y Ordenanzas de casi todas las ciudades españolas
y como consecuencia surgen varios personajes encargados de vigilar los mercados
y la sanidad de los alimentos que en ellos se expenden.
En el
mundo musulmán será el Musthasib, el Zabazoque o el Sahib Al-Suq, entre los judíos el rabino y el Albedin, y en
la España cristiana el Mustaçaf o
Almotacén. Este último, cargo instituido por Jaime I en varias poblaciones
de la Corona de Aragón, tiene su origen en el musthasib árabe.
Plaza del mercado de Sos donde en la Edad Media se situaría el almutazaf o vigilante del mercado |
Bajo los
arcos de la plaza del mercado de Sos se situaría la figura del almutazaf o
almotacen (vigilante del mercado)
El
almutazaf era un curioso y popular personaje que formaba parte del cuadro
administrativo de los municipios de la Corona de Aragón. Este cargo era electivo,
de un año de duración y no era directamente remunerado por el municipio, ya que
sus ingresos procedían del derecho que le asistía de quedarse con un tercio de
las tasas recaudadas por razón de su oficio. Su misión, en un principio, era amplia
y compleja: se encargaba de visitar el almudí
( local destinado a la compraventa y depósito de cereales y otras mercancías) y
el mercado, para informarse de los precios, tasar los cereales y vigilar la
existencia de fraudes, comprobar la calidad del aljez, comprobar cada año los
pesos y medidas de los vecinos dedicados al comercio, etc. estando capacitado
para ejecutar las penas o calonias que se aplicaban en caso de fraude; pero sus
funciones se vieron ampliadas controlando actividades tan dispares como la
vigilancia del descanso en los domingos y días festivos, la apertura de
establecimientos, la limpieza de calles y murallas, la higiene de las vías públicas castigando a los que
arrojaran aguas sucias por las ventanas, las características que debían reunir
las edificaciones y los materiales de construcción, controlaba las paredes
ruinosas y los aleros con peligro de desprendimiento, las tabernas, las
transacciones mercantiles, y otras más, pero sobre todo velaba por la sanidad
de los alimentos, concretamente en las carnes, pescados, frutas, verduras, pan,
vino y en general sobre todos los productos comestibles perecederos.
Mercado en la Edad Media |
A pesar de
la vigilancia del almotacén la picaresca siempre existía, y los tenderos
trucaban los pesos, daban gato por liebre, metían más grasa de la permitida,
añadían agua a la leche o al vino, disimulaban higos de mala calidad debajo de
los buenos, etc. López de Ayala nos lo recuerda en su Rimado de Palacio
En sus mercadurías ha mucha confusión,
ha mentira e ha engaño e ha mala confesión;
Dios les quiera valer e hayan su perdón,
que, cuanto ellos, non dejan dar quinta por bordón.
A
continuación exponemos algunas ordenanzas que regían en los mercados para
evitar el fraude:
” Las perdices y las aves de corral degolladas- leemos en la ordenanza 112- sólo se venderán con la rabadilla desplumada, para que se puedan
distinguir las pasadas y echadas a perder de las buenas”; “los hueveros tendran
delante unos cacharros llenos de agua para que el cliente pueda distinguir los
huevos buenos de los podridos”, dice el articulo siguiente. Estas recomendaciones
parecen razonables, pero también hay otras que ponen de manifiesto el
intervencionismo fundamentalista en materia de gustos: “no se venderan trufas- dispone la ordenanza 114-por ser un fruto buscado por los libertinos”
(Esto es porque los musulmanes creían que la trufa era afrodisíaca) La
ordenenza 129 dice: “No se venderá muchas
uvas a quien se sospeche que las va a exprimir para hacer vino”. “Debera
prohibirse a los vidrieros que fabriquen copas destinadas al vino y lo mismo a
los alfareros” (ordenanza 116).
En la
ordenanza 124 leemos: “las salchichas
(mirkas) y las albondigas (asfida) han de hacerse de carne fresca y no con
carne de animal enfermo o muerto sin degollar, porque ésta sea mas barata”
En la
ordenanza 127 leemos: “las cazuelas de
cobre de los que hacen harisa, asi
como las sartenes de los buñoleros y freidores no han de ser estañadas, porque
el metal en contacto con el aceite cria un cardenillo venenoso”. La harisa se convirtió en uno de los
platos más populares. Era un guisado de trigo y carne picada (carnero o pollo),
con una salsa de la grasa que hubiera a mano (manteca o mantequilla) espesada
con harina. También se hacía con migas de pan blanco o sémola expuestas al sol
y fermentadas.
Algunos
almutazaf del mercado de Sos
-Eximeno
Corino (1447 y 1484)
-Martín
Pintano (1454)
-Gil Pérez
(1470 y 1489)
-Pedro Sánchez
Guerrero (1475 y 1484)
-Martín Martínez de Lozano (1504,1514 y 1515)
-Pedro Guerrero (1505)
-Martín Ruiz (1512)
-Pedro Guerrero (1505)
-Martín Ruiz (1512)
BIBLIOGRAFIA
-GARCÍA GÓMEZ, EMILIO y E. LÉVI-PROVENÇAL. Sevilla a
comienzos del siglo XII. El tratado de Ibn´Abdun. Biblioteca de Temas Sevillanos. Sevilla, 1981.
-LÓPEZ DE AYALA, PEDRO. Rimado de
Palacio. Galaxia Gutenberg. Madrid, 2012.
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