domingo, 28 de julio de 2019

ALCALDES MAYORES Y ALCALDES DE SOS

María José Navarro Lafita (en el centro de la fotografía), actual alcaldesa de Sos del Rey Católico.


               Un Alcalde Mayor era un cargo de la Administración de Justicia durante el Antiguo Régimen en España que no debe confundirse con el actual cargo de Alcalde.
            Los Alcaldes Mayores eran los Tenientes de los Corregidores (ver), a quienes asesoraban en materia de justicia ordinaria civil y criminal y presidían los cabildos durante sus ausencias, jugando un importante papel en la administración de justicia desde los primeros años del siglo XVIII hasta la invasión napoleónica en 1808, año en el que, cronológicamente, se puso fin al Antiguo Régimen.
            A continuación exponemos los nombres de algunos de estos Alcaldes Mayores en Sos del Rey Católico que se han podido encontrar en diferentes documentos junto con el año en el que aparecen como alcaldes mayores en la documentación encontrada. Evidentemente no están todos, pues a la falta de un listado general de los mismos hay que añadir la pérdida, extravío, expolios, robos, incendios y demás catástrofes sufridas en documentos y archivos.

ALCALDES MAYORES DE SOS

1711. Vicente Bonet.
1714. Joaquín Montero Velarde
1724. Francisco Rubio Piedrabuena
1737. Juan Francisco de Venero
1760. Pedro Arbués.
1772. Vicente Catalá de Monsonis
1779. Joseph Andrés Vázquez y Araujo.
1787. Manuel Nicolás de Arrastia.
1787-90. Bartolomé Estada.
1790-91. Cecilio López de Artieda y Español de Niño
1796. Pantaleón Montesinos.
1810-13. Dionisio Alquézar (afrancesado).
1814. Andrés de Fuertes
1815. Juan Félix Hernández.
1818. Mariano Villa.
1821. Manuel Zoco
1822. Manuel López de Artieda.
1828. Manuel Salvo.

***************************

            Tras el triunfo del alzamiento del liberal Rafael del Riego en 1820, Fernando VII se ve obligado a acatar la Constitución de 1812. Con la instauración del constitucionalismo desaparecieron los corregidores del Antiguo Régimen, cuyas atribuciones pasaron a desempeñar las figuras del Alcalde, el Gobernador Provincial y el Juez de primera instancia.
            Durante la regencia de María Cristina de Borbón (1833-1840), Francisco Cea Bermúdez, al frente del Gobierno, aprueba la división provincial de 1833 de Javier de Burgos, del que dependía toda la estructura administrativa del estado, adoptando, entre otras muchas medidas, la renovación de los ayuntamientos y los oficios públicos de los mismos, afectando estas medidas a los cargos de corregidores, Alcaldes Mayores y demás oficiales[1], dando esto lugar al sincretismo alcalde-corregidor.
             Finalmente sólo se llamarán Alcaldes, desempeñando las funciones propias de su cargo tal y como las conocemos actualmente.  

ALCALDES DE SOS*

1838- Nicolás López
1839-Joaquín Espatolero
1840- Antonio Lacosta
1841- Manuel Zoco
1842- Basilio Asensio
1877- Lucio Lacosta Espatolero
1878-79- Esteban Espatolero Artieda.
1879-80- Lucio Lacosta Espatolero.
1880-81- José Ortega
1881- Gabriel Salvo Murillo.
1882- Francisco Lacasa.
1882-83- Florencio Legaz.
1883-84- José Ortega.
1885- Esteban Espatolero.
1886-89- Gabriel Salvo.
1891-94- Pedro de Arceiz.(Pedro Araiz)
1894-95- Saturnino Machín.
1898- Máximo Machín.
1898-Generoso Salvo
1898-Cristóbal Almárcegui.
1899-Agustín Yanguas.
1900- Pedro Araiz
1900-04. Saturnino Machín Salvo.
1906-11- Cristóbal Almárcegui.
1912-13- Máximo Machín
1913- Mariano Gutiérrez (alcalde en funciones)
1921- Julián Salvo
1923- Higinio Pérez (Sofuentes)
1924- Federico Ladrero Remón.
1924-25-Tomás Salvo.
1925- José Gayarre
1927-29José Alvira
1927- Rogelio Escobes (Sofuentes)
1930- José Goñi Espatolero.
1931-34- Esteban Garín
1934- Félix Anaut.
1934- Mariano Baigorri.
1935- Teodoro Minguez
1936- José María Garín
1936- Esteban Garín Ezquerra.
1936- Prudencio Gaztelu Lizalde
1936- Inocencia Castillejo López (Mamillas y Vico).
1936- Federico Lafita (Sofuentes).
1936- Sixto Portal Legaz (Novellaco).
1936- Pedro Serrano (Barués)
1936- Jacobo Almárcegui (Castillo Barués)
1939- Delfin Puente.
1940-41- Felipe Pérez de Ciriza Jabar.
1941- Olegario Ortigas.
1942-46- José María Espatolero Bonafonte.
1950- Luis Goñi.
1950- Nicolás Pérez de Ciriza.
1952- Celestino Goñi.
1955- José Alvira Lasierra.
1958-62- José María Espatolero Bonafonte.
1966- José María Zabala Malo. (Sofuentes)
1967- Leonardo Salvo Bonafonte
1967-71- Nicolás Pérez de Ciriza y Legarre
1971-74- Manuel Alvira Coronas
1974-1978 Mª Pilar Salvo Salanova. U.C.D.
1979-1983- Juan Luis Machín Garín. U.C.D.
1982- Juan Cruz Pérez Gayarre (alcalde en funciones)
1983-1999- Angel Bueno Villanueva. P.S.O.E.
1999-2007- Vicente Manero Gistas. P.P.
2007-2011- José Ignacio Machín Alegre. P.S.O.E.
2009- Mª José Navarro (Sofuentes). P.S.O.E.
2011-2014- Jesus María Iso Echegoyen. P.P.
2014- Sergio Rubio (en funciones). P.P.
2014- Luis Javier González Claraco (Sofuentes)
2014-2023. Mª José Navarro Lafita. P.S.O.E.

*Igual que los Alcaldes Mayores y por los mismos motivos antes expuestos no están todos los que son ni son todos los que están.





[1] R.D. para el arreglo provisional de los Ayuntamientos de la Península e islas adyacentes. Tít. I, art. I y ss. (23 de julio de 1835)







BIBLIOGRAFÍA
-Real Decreto para el arreglo provisional de los Ayuntamientos de la Península e islas adyacentes. Imp. de Santaló, Canalejas y Compañía. Córdoba, 1835.

domingo, 21 de julio de 2019

SIMBOLOGÍA SOLAR CELTA EN SOS

Lauburu en una casa de Sos del Rey Católico.

          Los pueblos celtas son un conjunto de sociedades tribales que habitaron en Europa en la primera Edad de Hierro. Además de ser pueblos guerreros, poseían un mundo espiritual muy complejo, lleno de mitos, creencias, supersticiones, leyendas, rituales, cultos,…, que no dudaban en reflejar en una simbología tan variada como compleja de estudiar, pues toda su cultura fue transmitida siempre de forma oral, nunca por escrito; es a partir del contacto de los pueblos celtas con las civilizaciones griegas y romanas cuando autores y escritores de estas civilizaciones nos dejan información, documentos y conocimientos  sobre la mitología celta, que es la que ha llegado hasta nuestros días, si bien, todavía los expertos y estudiosos no llegan a ponerse de acuerdo en cuanto al significado de muchos de estos símbolos debido a su complejidad y, sobre todo, a la mencionada falta de transmisión escrita.

          Uno de los principales rituales de los celtas era el culto al sol.
         El sol ha sido, desde siempre, objeto de culto por parte de prácticamente todas las civilizaciones del planeta. El sol, en contraposición a la noche, dominada por brujas, demonios y seres malignos, es fuente de vida al que se le atribuye un poder protector; por eso ha sido siempre objeto de adoración por parte de muchos pueblos desde tiempos inmemoriales.
         La representación más simple de culto al sol que se conoce es la llamada cruz solar, siendo una sencilla cruz inscrita en un círculo la que representa el Sol con sus cuatro estaciones, y que ya representaban en Europa los hombres del Neolítico hasta la Edad de Bronce. También es conocida como “Cruz de Odín”.
         Posteriormente, fueron los pueblos celtas, durante la Edad de Hierro, quienes también rindieron tributo al Sol en todas las regiones del continente europeo donde se asentaron, desarrollando una variada simbología relacionada con su mitología.
         Heredado de la cultura celta, quedaron en muchas zonas de la geografía española estos símbolos de culto al sol, con diferentes significados, pero siempre vinculados al astro rey y a su magnánimo poder, pues era el astro que proporcionaba la luz, el calor; de él dependían los cultivos, las cosechas, el aprovechamiento ganadero, el paso del tiempo con sus cuatro estaciones, etc., y de ahí su importancia en la religión celtibérica y su culto. Símbolos, sobre todo, en forma de cruces, svásticas y anillos solares con o sin radios, llegando esta cultura popular y su simbología hasta nuestros días, formando parte también de la cultura de ciertas partes de España hasta bien entrado el siglo XX.
         En la zona pirenaica, e incluso en Sos del Rey Católico, quedan vestigios de este culto al sol representados en diferentes formas grabados en piedra, y que en la cultura de la zona toman el nombre genérico de "religadas"[del aragonés "enreligar" (enredar)], como el triskel,  la roseta exapétala (o de más pétalos), el lauburu (tetrasquel o quatrofuellas), o religadas de seis, siete, ocho o más fuellas (hojas), tanto con las fuellas rectas o curvas, inscritas o no en círculos.
         
Una cardincha en la puerta de una casa. Lobera de Onsella.
En la tradición popular, el símbolo solar más simple y rudimentario lo encontramos en las cardinchas, planta con forma de sol que, si bien su longevidad, al ser una planta vegetal, no es tan duradera como la simbología grabada en piedra, no deja de tener el mismo significado y efecto protector, pudiendo encontrarlas, al igual que los símbolos pétreos, en las puertas de las casas, cuadras, establos, parideras, graneros, utensilios cotidianos, etc...como elementos protectores de personas y animales que en ellos habitan.
          En Sos del Rey Católico, además de varios lauburus presidiendo las puertas de las casas de la villa, podemos ver en el Parador de turismo una gran piedra grabada con siete brazos curvos y otra de trece brazos rectos en el patio de una casa de la villa, llamadas luz de soleguzkilore. Ambas pudieron ser representaciones del sol que debieron formar parte de algún importante edificio dado su gran tamaño, aunque también podrían tratarse de piedras que formaran parte de algún tipo de mausoleo o construcción funeraria, pues tal vez pudieran ser las conocidas como "ruedas de plata", representando a la diosa ctónica galesa Arianshod, deidad de la Luna y las estrellas, que transporta a las almas al Más Allá sobre su rueda, símbolo de nacimiento y renacimiento.
"Luz de sol", o "rueda de plata" en el Parador de Turismo de Sos.

"Luz de sol", o "rueda de plata" en el patio de una casa de Sos.

     
Cruz solar. Sos del Rey Católico.
             Los símbolos solares con forma de rueda pueden tener buena o mala influencia dependiendo del sentido de giro de sus radios: positiva si giran hacia la derecha y negativa si lo hacen en sentido opuesto, si bien, mayoritariamente, lo hacen en sentido positivo. Igualmente encontramos en las fachadas de las casas de Sos otras variantes más pequeñas con simbología también heredada de la cultura celta, como cruces solares y las ruedas de carro, símbolos que aparecen ya en las primeras pinturas rupestres neolíticas. Estas ruedas de carro tienen un significado de ciclo solar, de giro y de cambio (rueda de la Fortuna), de trabajo (ruedas hidráulicas y norias), aunque también pueden tener un significado fúnebre de viaje al Más Allá, como antes hemos visto.
Rueda solar o rueda de carro. Sos del Rey Católico

        
           Estos símbolos solares que aparecen en Sos del Rey Católico son los más profusamente representados desde épocas protohistóricas, apareciendo en estelas romanas e hispanas, en el arte prerrománico, románico y, posteriormente, en el arte popular europeo, pero existen en Sos otros símbolos heredados de la cultura celta con variados y diferentes significados, además de los solares, y que nos ocuparemos de ellos en otra ocasión.






BIBLIOGRAFÍA

-DORLING KINDERSLEY. Signos y símbolos. Círculo de Lectores. 2008.
-VILLANUEVA DOMÍNGUEZ, GABRIEL. "Espacio y Simbolismo". Actas del Primer Congreso Nacional de Historia de la Construcción. Madrid, 19-21 septiembre 1996, pp.525-535. CEDEX. Madrid, 1996.
 En la web:
-www.simboloteca.com. Símbolos celtas
-https://lossimbolos.com. Cruz solar celta. Lauburu y su uso en la cultura celta.

martes, 16 de julio de 2019

EL "MATON" DEL PUEBLO

             
         


           La tradición oral nos habla de la existencia de ciertos personajes populares que van  íntimamente ligados a la imagen de cualquier pueblo de la geografía española, según la cual en todos los municipios de la España rural existe el peculiar personaje de “el tonto” del pueblo, “el cacique” del pueblo, “el listillo” del pueblo o “el chulo o matón” del pueblo; además, si alguno de estos esteriotipados sujetos fallece, siempre existe un relevo, que no se sabe de dónde sale, para no dejar vacante una de las figuras más tradicionales y emblemáticas de nuestro costumbrismo rural.
Independientemente que sea cierto o no, o que haya municipios que alberguen entre sus vecinos  a la totalidad de los mencionados personajes, es incuestionable que en muchos pueblos existía, hasta no hace mucho tiempo, un chulo o matón, pues así lo recoge la documentación existente y, sobre todo, la transmisión oral de los ancianos del lugar indicando, en muchas ocasiones, la identidad de este malhechor.

           La R.A.E. define al matón como una persona provocadora o pendenciera que alardea de su valentía y emplea la fuerza o las amenazas para obligar a los demás a hacer algo. Los “matones de pueblo” son fanfarrones, bravucones, pendencieros, violentos, jactanciosos, y suelen acosar, intimidar, acobardar, amedrentar, humillar y provocar a cuantos se cruzan en su camino. Al mismo tiempo son cobardes, pues generalmente suelen elegir como víctimas a los más débiles. El matón quiere imponer su ley, siempre actuando por encima de la misma, llegando a usar la fuerza, pegar, herir e incluso no duda en matar si no ve cumplidas sus amenazas, aunque a veces mata por resentimiento, odio, venganza, tradición paterna e incluso sin motivo aparente alguno, y se hace acompañar siempre de una navaja o cuchillo como si formara parte de su indumentaria habitual.
Y como matones hay en todos los pueblos, Sos no iba a ser la excepción.
Si recorremos la historia de Sos, ya encontramos matones entre la élite de la sociedad del siglo XV cuando Sos se encontraba dividida en banderías (ver), aunque estos matones no reflejan fielmente la imagen del matón de pueblo antes descrita. Habrá que esperar al siglo XIX para tener noticias de la existencia en Sos del verdadero chulo, del matón de pueblo tal y como lo concebimos actualmente, representado en el personaje del baratero, del que ya hemos hablado en otra ocasión (ver), pero del cual desconocemos su nombre. Sin embargo, de principios del siglo XX sí conocemos la identidad de uno de estos matones en Sos, de su última fechoría y de su fatal desenlace.  Se trata de un individuo llamado Santiago, hijo de una familia de labradores del pueblo, que al mismo tiempo eran los propietarios de la única posada que entonces existía en Sos y que era conocida como casa del Panilio.
Santiago era un mozé bien parecido físicamente, no muy robusto, pero bravucón y fanfarrón, que tenía atemorizados a la mayoría de los mozos de Sos. En el baile del pueblo no dudaba en buscar pelea contra todo aquél que se acercara a cualquier chica que él intentara pretender aunque ésta no le correspondiera en sus pretensiones; era el amo del baile y no dudaba en solucionar cualquier contratiempo a base de golpes y peleas de las que siempre salía victorioso. Lo mismo ocurría en la taberna, donde con cualquier mínima excusa repartía puñetazos a cuantos intentaban hacerle frente, corroborando la teoría del doctor John Lochmann por la que comenta que el matón “tienen una urgente .necesidad de controlar a los demás para enmascarar sus temores ocultos y su sensación de desarraigo"
Y es por esto, por el hecho de tener atemorizados a los mozos del pueblo, por lo que llegó a ser odiado por muchos.
Esgrima a navaja: el desjarretazo
Grabado dePaul Gustave.1862
Hubo gente del pueblo que quiso hacerle ver su equivocada actitud en un intento de poner algo de orden en su vida,  a la vez que le advertía del odio que estaba suscitando en algunas personas del pueblo, que podían llegar a perder la paciencia, y en las graves consecuencias que ello podía acarrearle si continuaba con ese comportamiento, como así lo hizo el vecino Francisco Machín Bueno, quien en más de una ocasión le dijo a Santiago que depusiera su agresiva e intimidatoria actitud porque algún día encontraría la muerte, aunque fuera a traición. Santiago, haciendo caso omiso de las recomendaciones de Machín, se envalentonaba aún más respondiéndole que en el pueblo no había nadie que osara hacerle frente, que todos eran unos falsos y unos cobardes, y por eso tenían que estar subordinados a él.
Al poco tiempo pasó lo previsible, lo que muchos esperaban y otros deseaban.
Antero Gallar, vecino de Sos, ya sabía lo que duelen en su cuerpo los puñetazos de Santiago, pues en más de una ocasión le plantó cara y se vieron envueltos en riñas y peleas, siendo Antero el perdedor y el más perjudicado en todos los enfrentamientos habidos entre ambos.
Un buen día, Antero salió de Sos en dirección al monte, como otras tantas veces hacía, en busca de leña para llevar a su casa. Preparó sus mulas, cuerdas y herramienta necesaria para la ocasión y se introdujo en el bosque.
Santiago, que entonces tenía 26 años, lo vio partir, preparó también su mula y decidió salir tras él sin que éste lo viera. Antero ya estaba cortando leña cuando Santiago se acercó a él y, sin apearse de la mula, empezó a insultar y a provocar a Antero. Este le respondió: “Anda…apéate si eres tan hombre como dices”. Semejante provocación suscitó la ira de Santiago que furioso y colérico saltó de la mula dispuesto a pelear de nuevo con Antero, pero antes de que pusiera los pies en el suelo recibió una tremenda cuchillada en la espina dorsal y varias más por otras zonas del cuerpo.
Santiago, herido de muerte, trató de defenderse; sacó su cuchillo y, antes de caer al suelo desangrado por las heridas recibidas, consiguió alcanzar a Antero en la cara, hombros y cuello.
Unos pastores, que presenciaron los hechos desde la lejanía, se acercaron para intervenir, pero ya era demasiado tarde; Santiago yacía inerte en el suelo, desangrado, y Antero presentaba su rostro lleno de sangre, pero vivo. Uno de los pastores se acercó a Sos para dar parte a la Guardia Civil, que se personó en el lugar de los hechos junto con el médico, quien certificó la muerte de Santiago y realizó la primera cura a Antero.
El suceso tuvo una gran repercusión en Sos; muchos vecinos tuvieron que prestar declaración en el juicio contra Antero por homicidio, al que le cayeron 12 meses de prisión.
Una vez que salió de la cárcel regresó a Sos, con el rostro y cuello llenos de cicatrices, y aunque había gente que no lo expresara públicamente, lo consideraban un héroe y un valiente por haber plantado cara y acabar con la vida de un matón que los tuvo amenazados y atemorizados durante mucho tiempo.
Antero no volvió a ser el de antes, se volvió taciturno, introvertido y callado. Al poco tiempo desapareció de Sos y no se le volvió a ver más por el pueblo.

Afortunadamente, hoy en día esta figura del matón de pueblo ha pasado a formar parte de la historia del costumbrismo local, pero sí que persiste en algunos pueblos de la geografía española ese “matoncillo” de pueblo que, si bien no resulta tan violento como el de la “España profunda” del pasado siglo, intenta hacer creer a los demás estar por encima de la ley y comportarse de forma fanfarrona y bravucona entre sus vecinos.

           


BIBLIOGRAFÍA

-En la web:
-MACHÍN IRIARTE, MÁXIMO. Memorias del viaje. memoriapopular.org
-www.semana.com.“Los chicos malos”.Revista Semana.25/05/1987


domingo, 14 de julio de 2019

RUTA DE LOS CASTILLOS: CASTILLO DE YÉQUERA

Castillo de Yéquera

Ubicación.
            También conocido como castillo de Yecra, Iécar o de Hiekara, este castillo se encuentra a 7,5 Km de la localidad cincovillesa de Luna y a 2 Km de Lacorvilla, sobre una pequeña elevación en el valle formado por el Barranco de la Ruta, punto estratégico junto al camino que va de Ejea y Luna a Huesca por ser una importante vía de comunicación y ruta comercial.
              Para acceder a él, desde la localidad de Luna, hay que tomar la carretera que va hacia El Frago, y nada más salir del pueblo hay que tomar un desvío a la derecha por una pista asfaltada que tras dos kilómetros nos acercará, primero, hasta el castillo de Obano; a partir de aquí el asfalto desaparece, pero una buena pista nos llevará, tras recorrer 5,200 Km, hasta el castillo de Yéquera.

Torreón gótico del castillo de Yéquera
Historia.
                Este castillo, igual que otros muchos de la comarca, se edificó en el siglo XI para fortalecer y asegurar el dominio de los territorios ganados a los musulmanes en la Reconquista, pasando a formar parte de la franja fronteriza fortificada frente al Islam.
                Probablemente en sus orígenes se tratara de una fortificación musulmana del siglo X. Tras el avance cristiano hacia el sur en el último cuarto del siglo XI, el rey aragonés Sancho Ramírez mandó, en agosto de 1093, a su merino Banzo Azones, repoblar la zona y fortificar el sitio[1] para asegurar el dominio de las nuevas tierras conquistadas donde, bajo su protección, no tardaría en surgir un nuevo núcleo poblacional. Probablemente Sancho Ramírez se refería a la reconstrucción del castillo musulmán que habría quedado parcialmente destruido tras su conquista por las tropas cristianas[2]. Posteriormente, conforme el avance cristiano se desplazaba hacia el valle del Ebro, la ruta cayó en desuso y el lugar fue poco a poco deshabitándose, con el posterior abandono del sitio, hasta que en los siglos XIV-XV se levantó sobre sus ruinas un nuevo castillo de estilo gótico por parte de sus señores, los Vera, y que posteriormente perteneció a la familia de los Luna.

Interior del torreón.Arcos apuntados para sostener los suelos
Arte.
           De la primera etapa del castillo del siglo XI no queda resto alguno. El castillo gótico estaba formado por un recinto amurallado de planta irregular compuesto de dos cuerpos, hoy separados y perfectamente identificables. En uno de sus extremos se encontraba la gran torre gótica que podemos admirar, de planta rectangular, de unos 9 por 7 metros de lado y unos 15 metros de altura. Actualmente conserva parte de su remate almenado y las ménsulas que soportaban los garitones en cada una de sus cuatro esquinas, a los que se accedía a través de dos vanos ubicados en la cara sur de la torre. El torreón está dividido en cuatro alturas, accediendo a él a través de una puerta en arco de medio punto, ligeramente apuntado, ubicada en la zona sur de la planta baja y en cuyo tradós se observa el escudo de la familia Vera: cuartelado, con los tres contraveros propios de la familia alternados en cuarteles opuestos con flores de lis. En la segunda planta se abren estrechos vanos de medio punto con gran derrame interno; grandes vanos apuntados en la segunda planta y ventanas geminadas en la tercera. En el interior, arcos apuntados sostenían los suelos de los pisos.
Exterior del recinto residencial

               El resto del conjunto está formado por lo que sería una sala alargada de planta trapezoidal irregular, cerrada por un torreón más pequeño que el anterior en su extremo sureste; de la sala se conserva casi la totalidad del muro sur, cuya fachada, que no es recta, sino que presenta cinco ligeros quiebros en ángulo, consta de tres alturas, en la que se conserva su entrada en la planta baja, también en arco de medio punto  y varias aspilleras defensivas; en las dos plantas superiores también se abren aspilleras, siendo acompañadas en la última planta por dos ventanas geminadas cuyos parteluces no se han conservado, evidenciando todo ello su condición  residencial. Al interior, adosados a esta fachada, quedan restos de una construcción residencial de planta rectangular y dos pisos, con vestigios del arranque de arcos perpiaños que dividirían la estancia inferior en tres tramos y la superior en cuatro. Igualmente, en el interior del patio, quedan apenas una decena de sillares de lo que fuera una torre musulmana, de aparejo de gran tamaño, alternándose las sogas y los tizones según las hiladas; las juntas son muy finas y la talla de la piedra bastante generosa en la utilización del puntero, presentando los sillares externos una talla ligeramente almohadillada[3]
Interior del recinto residencial.

               El torreón que cierra el recinto, en la parte opuesta a la torre señorial, es de planta cuadrada y está integrado en el edificio residencial, compuesto por tres alturas iluminadas por estrechas saeteras apuntadas, ocupando la planta baja una capilla precedida por una antesala rectangular cubierta  por una bóveda de cañón apuntado sobre imposta. Al piso superior de la fortificación se accedía por un vano en arco apuntado situado en altura en el lienzo norte.
Interior de la capilla, junto al edificio residencial.

En las proximidades del castillo se aprecian unos pocos vestigios de la muralla que lo rodeaba y varias tumbas excavadas en la roca .
          Muy próxima al complejo fortificado se encuentran los restos de la iglesia, o ermita de Nuestra Señora de Yéquera; románica, de finales del siglo XII o principios del XIII, en estado de progresiva ruina y que la mano del hombre convirtió y habilitó, el pasado siglo, o el anterior, en vivienda para usos agropecuarios.
Ermita de Ntra. Sra. de Yequera

          La ermita es de construcción sencilla, de una sola nave y ábside circular, con los sillares bien encuadrados y alineados. La cornisa es sustentada por ménsulas decoradas con sencillos adornos. El tejado del ábside conserva el original de losas, mientras que el del resto de la nave es de teja árabe. Al exterior, dos contrafuertes en el lado sur suben en altura hasta la cornisa, mientras que en el lado norte son tres los contrafuertes. Dos ventanas se encuentran en el muro sur, una en el centro del ábside y otra en el hastial de poniente, donde se abrió una ventana para iluminar la estancia habitable del interior. La portada se ubica a los pies del muro sur y consta de tres  arquivoltas de aristas lisas la interior y la exterior, apeando en ábaco corrido liso y descargando sobre columnas también lisas. La arquivolta central está decorada con un tosco baquetón, apeando en el citado ábaco liso y descargando sobre dos capiteles sin decoración bajo los que se ubicarían sendos fustes, hoy desaparecidos.
Portada de la ermita de Yéquera

      Sobre la portada se observa un tejaroz corrido apeado en sencillas ménsulas, donde en su zona central se abrió otra ventana de iluminación de la vivienda superior.
        En el muro oeste existe otra entrada, de confección más tardía y mucho más pequeña. 
     En los muros de la ermita pueden apreciarse muchas marcas de cantero, así como varios relojes radiales de sol tallados en los sillares del muro sur, a ambos lados de la puerta (al menos, nueve relojes).
El interior, a simple vista, no parece una iglesia, pues como se ha dicho, el lugar fue habilitado como vivienda agropecuaria, estando dividida la estancia en dos alturas. En la zona baja,todo el muro norte, hasta el pilar fajón que marca el inicio del presbiterio, es recorrido por un abrevadero de piedra, siendo el resto de la superficie del templo utilizado como cuadra, establo, pajar y almacén. A los pies de la ermita, unas modernas pilastras sustentan el piso de madera del espacio habitable superior, hoy derruido en parte, al que se accede por unas escaleras de piedra ubicadas junto al muro oeste.
Interior de la ermita, convertida en vivienda de campo.

          La nave cubre con tejado de madera a dos aguas apoyado en arcos de diafragma apuntado que apean en sencillos capiteles adornados con motivos geométricos muy simples. El ábside está cubierto con bóveda de cuarto de esfera apuntada. Una imposta simple recorre ábside y nave a la altura de los ábacos de los capiteles.
        En la ermita se veneraba a la Vírgen de Yecra, cuya imagen se encuentra en la iglesia parroquial de la cercana localidad de Lacorvilla.

           El castillo de Yecra se encuentra bajo la protección de la Declaración Genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español e incluido en la relación de castillos considerados Bienes de Interés Cultural en virtud de lo dispuesto en la disposición adicional segunda de la Ley 3/1999, de 10 de marzo, del Patrimonio Cultural Aragonés, publicado en el B.O.A. del día 22 de mayo de 2006.

Castillo de Yéquera visto desde la ermita



[1] Durán Gudiol, Antonio. Colección diplomática de la catedral de Huesca, T.I, doc. 57, pp. 81-82.
[2] Cabañero Subiza, Bernabé. Los orígenes de la arquitectura medieval de las Cinco Villas (891-1105): entre la tradición y la renovación. Cuadernos de las Cinco Villas, 3, p.35.
[3] Ibidem, p. 35.



Tres contrafuertes en el lado norte de la ermita

Los muros de la ermita contienen muchas marcas de cantero.


Pequeña puerta de la ermita en su lado oeste.

Ventana en el lado oeste de la ermita, sobre la puerta pequeña.

Tres arquivoltas lisas apean en ábacos lisos

Numerosos relojes canónicos de Sol, radiales, aparecen en los sillares del muro susr de la ermita

Un tejaroz recorre la portada,de la ermita, con una ventana abierta en su centro.
El tejado del ábside de la ermita conserva el original de losas.
Puerta de entrada al recinto residencial del castillo.

Ventana geminada del recinto residencial

Torreón del castillo
Puerta de acceso al conjunto residencial del castillo.
Lechuzas y otras aves se han apropiado del torreón del castillo.
Vano apuntado en el segundo piso del torreón en su cara Este.
Ventanas geminadas en el piso superior de la zona residencial del castillo
Vista general del castillo desde el camino de acceso al mismo



BIBLIOGRAFÍA

-CABAÑERO SUBIZA, BERNABÉ. Los orígenes de la arquitectura medieval de las Cinco Villas (891-1105): entre la tradición y la renovación. Cuadernos de las Cinco Villas, 3. C.E.C.V.
-DURÁN GUDIOL, ANTONIO. Colección diplomática de la catedral de Huesca. T. I. Escuela de Estudios Medievales, Instituto de Estudios Pirenaicos. Zaragoza, 1965.
-GUITART APARICIO, CRISTÓBAL. Castillos de Aragón, II, pp. 87-88. Librería General. Zaragoza, 1986.
En la web:
-www.castillosnet.org . Castillo de Yéquera
-www.luna.es. Castillo y ermita de Yecra
-www.romanicoaragones.comA. García Omedes. Lacorvilla. Ermita de Yecra
-www.sipca.es. Castillo de Yéquera