domingo, 10 de diciembre de 2017

RECUERDOS DEL AYER



                Muchos son los objetos, detalles y utensilios cotidianos que se han quedado obsoletos con el paso del tiempo y que por otras muchas circunstancias  y razones lógicas, muchas de ellas relacionadas con los avances industriales y tecnológicos, han desaparecido de nuestro entorno y caídos en el olvido. Pero muchos de estos objetos aún están ahí, en algún rincón del desván de nuestra casa o en la de nuestros padres y abuelos, abandonados en alguna esquina de la bodega, formando parte de la decoración de nuestros hogares o incluso todavía, aunque inutilizados, en las mismas calles de nuestro municipio.
                Desde hace algunos años, al mismo tiempo que realizaba fotografías en Sos para ilustrar las diferentes entradas de mi blog, realizaba algunas fotografías de estos objetos sin saber muy bien qué uso iba a hacer de ellas, hasta que ahora, tras poseer unas cuantas agrupadas en un pequeño archivo de mi ordenador, se me ha ocurrido la idea de crear un álbum fotográfico de estos recuerdos que marcaron la vida diaria de nuestros padres y abuelos. Antiguos tendidos eléctricos, interruptores de principios del siglo XX, carteles taurinos, planchas de hierro, botellas de refresco antiguas, sifones, candiles, lecheras, tinajas, aperos de caballerías, herramientas, y un largo etcétera de objetos y utensilios se me amontonaban en formato fotográfico en ese pequeño archivo, y ahora les ha llegado el turno de ver la luz. 
                Poco a poco iré añadiendo fotografías a este álbum, en memoria de nuestros padres y abuelos, que nos acerca más a ver la forma de vida de nuestros ascendentes y que no deja de ser un álbum de gran valor etnográfico de la villa de Sos del Rey Católico del siglo XX ( Todas las fotografías están tomadas en la villa de Sos)
           Junto a las fotografías se adjunta la descripción del objeto y algo de información añadida, pues en algunos casos desconocía cuál era su utilidad, e incluso su nombre, y he tenido que pedir ayuda a los más mayores de Sos para identificar el objeto y el uso que se le daba. 



RECUERDOS DEL AYER

Calderos de cobre realizados de una sola pieza. Los usaban los tintoreros para teñir la ropa.
Balanza de dos platos usada en comercio (Expuesta en el bar El Leñador)

Pesa que se usaba en las antiguas balanzas de platos

Interruptor de luz del pasado siglo

Típico cuadro de cacería que adornaba muchos salones de las casas el pasado siglo

Sifón "Landa", de la antigua fábrica de gaseosas de Sos que en el primer cuato de siglo regentaba Federico Ladrero Remón

Argolla de hierro encastrada en la piedra que servía para atar en ella las caballerías

A mediados del siglo XX empezaron a llegar a Sos refrescos de otras regiones del País
Collerones de caballerías

Planchas macizas para planchar ropa, de hierro fundido con mango (siglo XIX). Se calentaban al fuego y se tenía que coger el asa con un trapo para no quemarse las manos
Programa de fiestas de Sos año 1974

Lámpara de aceite, de bronce.
Cartel taurino año 1975
Lechera con el nombre del propietario grabado
Tendedor de ropa antiguo
Cartel taurino año 1974
Cartel taurino año 1976
Criba o cedazo
Colleras
Collerón
Tabla para lavar la ropa
Bozal para caballerías

Juego de pesas

Balanza de platos

Máquina de escribir. Año 1930?

Cartel taurino año 1980


    















GORDUÉS

               Gordués es un caserío despoblado de las Cinco Villas situado en el valle del Onsella, a 518 m de altitud sobre el nivel del mar, que perteneció al término municipal de Sos hasta que en 1845 se unió administrativamente al municipio de Navardún hasta la actualidad.
           
                  Esta entidad se encuentra a 6,6 Km de Sos del Rey Católico, y para llegar al lugar desde Sos hay que tomar la carretera A-1601 que va a Navardún, y tras recorrer 4,8 Km por ella tomamos un desvío a la derecha que nos llevará, tras doscientos metros por carretera sin asfaltar, hasta el antiguo núcleo urbano de Gordués.
                El caserío presenta la particularidad de formar un recinto cerrado que engloba unas antiguas viviendas de agricultores y ganaderos, un palacio señorial y una iglesia en el ángulo sudeste del recinto que parece estar “engullida” por las construcciones anejas. Dedicada actualmente a San Esteban (con anterioridad su advocación fue a San Roque), la iglesia es un pequeño edificio de origen románico levantado en el siglo XII aunque muy reformado en el siglo XVII-XVIII, con una portada renacentista en el lado del evangelio protegida por un sencillo pórtico adintelado, entre pilastras cajeadas, con decoración geométrica y frontón partido cobijando una hornacina. De la fábrica primitiva, una nave rectangular dividida en tres tramos y ábside semicircular cubierto con bóveda de horno, tan sólo conserva esta última parte, alterada tras la restauración llevada a cabo en el 2003. Desde el exterior puede apreciarse parte de la cabecera original, embutida en el edificio que alberga el horno de pan del caserío anejo. En el interior, de mampostería, pueden apreciarse los apeos de las pilastras en las que se apoyaban los arcos fajones. Al exterior, lo más característico es la espadaña de dos vanos que se yergue sobre la techumbre a los pies del edificio.

                Toponímicamente Gordués deriva de Gordus, formado por el sufijo aquitánico –ossu, siendo el antropónimo Gordus variante de Cordus, atestiguado en una inscripción de Lugdunum (CIL, XIII, 1833). También es conocido como Gurdués por el frecuente cierre articulatorio de la vocal pretónica (o-u)[1]
             
               La primera fuente documentada que tenemos del lugar data del 24 de abril de 1189: “in sulco de Sancio (Garcez) de Gurdos[2]
             El lugar perteneció al monasterio de San Juan de la Peña y pasó en 1195 por permuta con otras propiedades al Hospital de Roncesvalles. 
            
          En 1335 sabemos que el infanzón  Lope Ximénez de Gordués tenía casal en el poblado.
     En Enero de 1395 los Lozano compraron a la Corona el lugar de Gordués y sus tierras por 200 florines de oro, 4.000 sueldos y cuatro dineros jaqueses, pero un lustro después, el 3 de septiembre del 1400, el rey Martín I autorizó al consistorio de Sos para reincorporar a la jurisdicción de la villa el lugar de Gordués, “…que por una sentencia arbitraria se había adjudicado a Martín de Lozano y Ampiés y recobrado que sea, lo une y devuelve su Majestad a dicha villa para siempre, prometiendo y jurando por Dios Nuestro Señor y a los Cuatro Evangelios, tocados de dicho Rey, de no ser separado jamás de dicha villa, reservándose perpetuamente los emonumentos que provengan de la jurisdicción y cualesquiera otros que hubieran tenido los Señores Reyes sus antecesores[3], reservándose el monarca el derecho de retracto mediante un instrumento de gracia confeccionado el 20 de julio de ese mismo año.
                Esto originó que los Lozano tuvieran que enfrentarse con el concejo de Sos en defensa de sus posesiones. Finalmente el rey reconoció la sentencia arbitral anterior que adjudicaba el lugar a Martín de Lozano[4], por lo que Gordués volvió a ser de los Lozano, siendo señores del lugar durante todo el siglo XV, y los únicos en Sos que tuvieron la categoría de señores por poseer un tipo de señorío, frente al resto de la nobleza del municipio que no gozaba de esta prerrogativa, con las influencias que ello conllevaba.
               
                Para entonces Gordués era un señorío sin vasallos, por lo que los Lozanos no obtenían beneficios en concepto de pechas, monedajes u otras rentas señoriales, pero sí obtuvieron beneficios explotando sus tierras y sus recursos naturales. De este modo, el señor de Gordués arrendó por un año, en 1479, a Pedro Carlos, un molino harinero que tenía junto al Onsella a cambio de 100 sueldos y la molienda gratuita de 25 cahíces de trigo, lo que demuestra la importante producción de cereal que los Lozano podían llegar a controlar si tenemos en cuenta que el consumo medio anual de cereal por persona  en el Medioevo era entre 1,5 y 2,5 cahíces, por lo que con toda seguridad la producción le generaría a los Lozano una buena cantidad de excedentes para su comercialización. Esto originó que los Lozano consiguieran una notable influencia sobre la población, ya que de ellos dependía el poder moler el grano, que sumado al hecho de ser los únicos en Sos que podían ostentar el tratamiento de señor, elevó la casa de los Lozano a un alto estatus social, siendo una de las familias que con más frecuencia ocuparon cargos públicos en la villa como jurados, jurado claveros e incluso en la Magistratura del Justiciazgo.

                   Además, en 1498 una crecida del río Onsella arrasó el azud del molino de Sosito, propiedad de la villa de Sos y lugar al que acudían a moler la mayoría de los vecinos, por lo que el concejo, intentando evitar ir a Navarra a moler el grano, le propuso a Lozano levantar un azud y una acequia en los términos de Gordués para solucionar el problema, a lo que el de Gordués accedió, dando un plazo de un año para la realización de las obras[5]
                También, en 1501, Lozano Martínez menor formalizó un contrato de aparcería con Miguel y Juan Espatolero por el que el infanzón les entregó un par de bueyes por cinco años y las tierras suficientes para que las labraran; los gastos de las simientes, siega, trilla, acarreos y herramientas serían a medias, así también como la cosecha obtenida. Transcurridos los cinco años, si los bueyes todavía estuvieran vivos volverían a poder de Lozano y si, por el contrario, alguno o los dos animales hubiere muerto o se hubiere perdido, ambas partes contribuirían por igual a reponerlo y al final del contrato se repartirían las bestias[6].
      
       
         Los Lozano también explotaron otros recursos, como las yerbas y pastos. A finales del siglo XV el aumento de la demanda de yerbas en la zona prepirenaica cincovillesa por parte de los ganaderos pirenaicos hizo que estos pagaran sumas considerables por la compra de los herbajes para pasto de sus rebaños en invierno. La primera referencia que tenemos de ventas de pastos en Gordués data del 8 de octubre de 1481, en la que se arrendaron yerbas a tres ganaderos de Ansó por 230 sueldos[7], volviéndose a vender los mismos pastizales en 1499 por un año a otro ganadero ansotano por 400 sueldos y un carnero[8]
                Los señores don Lozano Martínez y su esposa Sancha Romeu, ya mayores, se aseguraron sus últimos años de su vida arrendando el lugar de Gordués en 1505 a su hijo Lozano, a quien ya nombró heredero universal en 1457, a cambio de una renta anual de 200 sueldos y de mantenerlos en el comer, beber, vestir y calzar al mismo tiempo que debieran sustentar a una sirvienta que les ayudara. De este modo, Lozano Martínez padre aseguró la continuidad de sus posesiones y de su linaje, mientras su hijo Lozano continuaría explotando las tierras de Gordués y sus viñas, los recursos de hierbas, leñas y caza, además de recibir el diezmo y la primicia, aunque tenía que entregar el cuarto al obispo de Pamplona y hacerse cargo de la iglesia y de las misas ordenadas[9]
                Más tarde, Gordués fue abandonado y a finales del siglo XV era un lugar ya deshabitado que ni tan siquiera aparece en el censo de 1495, aunque posteriormente fue habitado de nuevo por otras familias.
               
                    En los siglos XIX y XX sus edificaciones fueron utilizadas por ganaderos y campesinos de Sos como casas de labor, siendo una pedanía de Sos hasta que en 1845 pasó a depender del cercano municipio de Navardún.
                Mateo Suman, en sus “Apuntes para el Diccionario Geográfico del Reino de Aragón” de principios del siglo XIX describe así el caserío de Gordués:       
                “Es lugar del partido de Cinco Villas en la Valdonsella, y obispado de Jaca. Es moderno, aunque ya existía en el año de 1728 como consta del empadronamiento de la sal del mismo año en el que se le señalan ocho vecinos. D. Andrés Fuertes vecino de la villa de Biel es señor solariego de este lugar, y él mismo nombra alcalde que es el único que ejerce jurisdicción, sin regidores, ni síndico. Su situación es llana, excepto un poco de repecho que hace a su poniente. La figura del lugar es cuadrada; es una plaza murada por nueve casas, y una iglesia; tres casas a cada lado. Los edificios son de piedra común, cubiertos con tejas copadas, y el suelo sin empedrar. Confina por poniente con término de Navardún; por oriente y sur con término de Sos, y con Arroitia, y por norte también con término de Navardún. Dista de este media hora, de Sos una; de Urriés, otra; de Jaca once y de Zaragoza poco más de 20. El río Onsella corre cerca de Gordués, y este lugar está a su izquierda. Ya se ha dicho el nacimiento, curso, etc. de este río. No hay molino, ni fábrica. Próxima al pueblo hay una fuente de buena agua de la cual se surte para su consumo. No hay árboles, sino arbustos comunes, bojes, gabarderas, espinablos, aliagas, artos, etc. La caza, es también común, perdices, conejos, liebres, palomas torcaces, raposas, algún corzo, etc. Pueden mantenerse en sus montes 400 cabezas de ganado lanar; y de vacuno de 40, a 50. La mayor parte del monte es para la agricultura cuya cosecha anual se calcula ser la de 800 cahíces de trigo; 100 de cebada, avena 200. Hay también lino y hortaliza, pero para su consumo. En lo espiritual Gordués, es anexo de Navardún, y el cura de este, lo es de aquél. La iglesia parroquial está dedicada a San Roque, y este santo está de bulto en el único altar que hay en ella. El patrón es San Estevan protomártir. Hay un pósito de trigo. El señor presta grano a sus vecinos para sembrar, y lo devuelven a la cosecha, para que siempre esté existente. Pagan a dicho señor seis fanegas de diezmo, por cahizada de tierra. Estos naturales visten al estilo de los de Valdonsella y montaña, con ungarina, chupa, abarcas, o alpargatas. Sus juegos, naipes, barra y pelota. En sus fiestas usan de la flauta, o churlar y salterio. Las casas son nueve; los vecinos doce, y las personas 64. Algunos llaman a este lugar Gurdués pero lo común es Gordués. La tierra de año y vez y el 5 por uno, suele dar, y a veces más”.

                Y medio siglo después  Pascual Madoz, en su “Diccionario Geográfico Histórico” describe Gordués de la siguiente manera:
                “Lugar con ayuntamiento de la provincia, audiencia, territorio y capitanía general de Zaragoza (25 horas), partido judicial de Sos, diócesis de Jaca. Situado en la ribera izquierda del río Onsella, al Este de la capital del partido, goza de buena ventilación y clima saludable. Tiene 8 casas, un palacio y una iglesia aneja de la parroquia de Navardún, las cuales forman un círculo para cuya entrada hay dos puertas. El término confina al Norte con el de Navardun; Este con Urriés y Gordún, Sur el despoblado de Rueita, y Oeste con Sos. El terreno participa de monte y llano, y es de regular calidad la porción que se cultiva, y fértil la que se riega con las aguas del río Onsella. Los caminos son locales y no muy buenos. El correo se recibe de la administración de Sos tres veces a la semana. Produce trigo, cebada, judías, lino y hortalizas; mantiene poco ganado, y hay caza de perdices y conejos en corta cantidad. Industria: la agrícola. Población: 6 vecinos, 27 almas. Capital productivo: 30.000 rs. Imponible: 1.800. Contribución: 510. Este pueblo pertenece a la casa de Fuentes de Bucastillo, de la que son colonos todos sus habitantes, pagando el arriendo proporcionado a las tierras que cultivan”

                Sabemos que en 1980 Gordués contaba todavía con 19 habitantes, 4 en 1991 y ninguno actualmente. Hoy forma parte de una explotación agropecuaria utilizada también como coto privado. Varias construcciones ganaderas como cuadras, almacenes, rediles, etc..., algunos de ellos derruidos o abandonados, rodean el recinto por su parte exterior.

                Como curiosidad podemos decir que en esta entidad de Gordués se rodaron varias escenas de la película “La vaquilla” de Berlanga, concretamente las correspondientes a los interiores de la Casa del Marqués (Adolfo Marsillach), cuyo actual propietario es Ricardo Mola.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                          




[1] Cortés Valenciano, Marcelino. Toponimia de las Cinco Villas de Aragón.
[2] A.P.S., sin catalogar, en Piedrafita Pérez, Elena: La organización territorial y la propiedad de la tierra en las Cinco Villas durante los siglos XII y XIII. Universidad de Zaragoza, 202, doc. 240, 1992
[3] Noticiaas históricas de Sos. Ambrosio Guillén de Jasso. Archivo de la villa de Sos, año 1440.
[4] A.P.Z., Reales Ordenes, 810/7
[5] A.H.P.S. Juan Zareco, p. 440, ff. 27-27v.
[6] A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 458, f. 56v.
[7] A.H.P.S., Juan Zareco, p. 424, f. 32.
[8] A.H.P.S., Miguel del Sen, p. 456, ff. 43-43v.
[9] A.H.P.S. Bartolomé Español, p. 487, ff. 76v-78




BIBLIOGRAFÍA


-ABELLÁ SAMITIER, JUAN. Sos en la Baja Edad Media. Una villa aragonesa de frontera. I.F.C. (C.S.I.C.) Zaragoza, 2012.
-ABELLÁ SAMITIER, JUAN. Selección de documentos de la villa aragonesa de Sos (1202-1533) I.F.C. (C.S.I.C.) Excma. Diputación de Zaragoza. Zaragoza, 2009.
-CORTÉS VALENCIANO, MARCELINO. Toponinia de las Cinco Villas de Aragón. I.F.C., C.E.C.V., Ejea de los Caballeros (Zaragoza)
-FALCÓN, ANA ISABEL. “Las Cinco Villas, tierra de infanzones”, en Esteban Sarasa Sánchez: Las Cinco Villas aragonesas en la Europa de los siglos XII y XIII. I.F.C., D.P.Z., 2007.
-GIMÉNEZ AÍSA, Mª PILAR. Guía del arte románico. Cinco Villas. Fundación Uncastillo, 2008.
-GUILLÉN DE JASSO, AMBROSIO. Noticias históricas de Sos. Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita, nº 3. Zaragoza, 1952.
-MADOZ, PASCUAL. Diccionario Geográfico Estadístico Histórico. 1845-1850. Edición facsímil. D.G.A. Valladolid, 1985.
-SUMAN, MATEO. Apuntes para el diccionario Geográfico del Reino de Aragón. Partido de Cinco Villas. Según el ms. de la R.A.H. de 1802. Edición de Josefina Salvo Salanova y Álvaro Capalvo Liesa. I.F.C., D.P.Z. Zaragoza. 2015.
En la web:
-www.sipca.es. Iglesia de San Esteban de Gordués

miércoles, 6 de diciembre de 2017

RUTA DE LOS CASTILLOS: CASTILLO DE OBANO


Ubicación
El castillo de Obano se encuentra a dos kilómetros de Luna, ubicado en pleno llano junto al río Arba de Biel, siendo su misión la de vigilar e interceptar el paso entre Ejea de los Caballeros y Huesca y consolidar el avance cristiano por el valle y preparar la conquista de Luna y Ejea.
Castillo de Obano (foto: web Ayuntamiento de Luna)
Para llegar al lugar hay que ir hasta la localidad cincovillesa de Luna y desde aquí tomar la salida del municipio por la carretera A-1103 en dirección a El Frago. Nos desviamos por la derecha en el primer desvío tras salir de Luna, y tras recorrer dos  kilómetros encontraremos las ruinas del castillo de Obano.

Historia

 Esta fortificación fue levantada en tiempos de Sancho Ramírez (siglo XI) posiblemente sobre una fortificación islámica anterior. La primera mención documentada que tenemos del lugar data del año 1086, donde en un documento sobre la herencia entre el infante Pedro I y su hermano Fernando, firmado en Sos, se hace referencia al lugar de Obano con sus términos[1]. En 1093 su iglesia románica, dedicada a Santo Tomás, pertenecía al monasterio de San Juan de la Peña, pasando con posterioridad, hacia 1167, a manos de la Orden del Temple por donación del rey Alfonso II de Aragón. Posteriormente perteneció a María de Luna, esposa de Martín I “El Humano”.  
A sus pies se levantó el poblado de Obano, que por medio de cartas de población concedidas por Sancho Ramírez llegó a ser de relativa importancia, pues sus habitantes llegaron a disponer de su propio molino y el lugar contaba con un pequeño recinto amurallado del que actualmente no queda nada. En un libro de cuentas del infante Martín (futuro Martín I), fechado entre 1368-1376 se cita Obano con 20 personas obligadas a pagar un monedaje por la cantidad de 140 sueldos.
               En el siglo XVII los bienes de los Luna, entre ellos Obano, pasaron a manos de doña Josefa-Cecilia de Urriés y Gurrea de Aragón, casada con  don José Lorenzo de Bardaxí y Bermúdez de Castro, marqués de Cañizar, y posteriormente al primogénito de estos, José Claudio de Bardaxí y Bermúdez de Castro. Al morir este en 1760 sin descendencia directa, todas sus posesiones, incluída Obano, pasaron a manos de los Arloz de Aragón.

Arte
La fortaleza fue edificada en piedra sillar de grandes bloques, dando a sus muros hasta casi dos metros de espesor; su planta es rectangular, de siete por nueve metros de planta y quince de altura, levantada sobre una base rocosa de poca altura. La alta torre del castillo tenía cinco plantas, siendo la primera destinada a almacén. Los mechinales que se observan en la zona alta nos indican que contaba con un cadalso corrido en esta parte de la torre, al que se accedía por dos vanos de dintel plano ubicados en la cara norte y sur de la quinta planta de la torre, a los que se accedía por el interior a través de una escalera de caracol, al igual que al resto de pisos. Tenía una techumbre, desaparecida actualmente.
A la torre se accedía por una puerta adintelada al exterior, situada en la parte sur de la segunda planta, de aspecto rectangular por fuera y semicircular por dentro. Los mechinales que se observan exteriormente y que la rodean indican que poseía un balconcillo de madera para su mejor defensa. Otros vanos en diferentes lados y alturas  completan las aberturas de esta fortificación.
A finales del siglo XIV, cuando la ruta que controlaba el castillo cayó ya en desuso, Obano quedó totalmente despoblado y el castillo abandonado.
Actualmente el castillo de Obano está considerado como Bien de Interés Cultural según lo dispuesto en la Ley 3/1999, de marzo, del Patrimonio Cultural Aragonés, y se encuentra bajo la protección de la Declaración Genérica del Decreto de 22 de abril de 1949 y la ley 16/1985 sobre el Patrimonio Español.



[1] Colección diplomática de Pedro I de Aragón y Navarra doc.2. Antonio Ubieto Arteta.




  
BIBLIOGRAFÍA


-BERRAONDO, M.J. "Datos históricos del castillo de Obano (Luna)" Revista Suessetanis, nº 9. pp. 8-10. C.E.C.V. Ejea de los Caballeros, 1986.
-CORTÉS VALENCIANO, MARCELINO. Toponimia de las Cinco Villas de Aragón. I.F.C., C.E.C.V. Zaragoza, 2010.
-GUITART APARICIO, CRISTÓBAL. Castillos de Aragón, I. Librería General. Zaragoza, 1976.
-UBIETO ARTETA, ANTONIO. Colección diplomática de Pedro I de Aragón y Navarra. C.S.I.C. Escuela de Estudios Medievales, 1951.
En la web:
-www.luna.es. Ayuntamiento de Luna. Castillo de Obano
-www.patrimonioculturaldearagon.es. Castillo de Obano.
-www.romanicoaragones.com. A, García Omedes. Obano
-www.turismodezaragoza.es. Castillo de Obano