domingo, 13 de noviembre de 2016

LOS AUSTRIAS. EL APOYO ARAGONÉS A LAS TROPAS REALES.

El 23 de enero de 1516 muere en Madrigalejo (Cáceres) el rey Fernando el Católico, y será Carlos, hijo de Juana y nieto de Isabel “La Católica” y de Fernando, quien heredaría todo el patrimonio territorial de sus abuelos, instaurando una nueva dinastía en España: los Austrias.
Fernando II de Aragón legaba a Carlos I de España ( V de Alemania) un conglomerado de territorios que se mantendrían unidos durante siglos formando la Monarquía española: los reinos de la Corona de Castilla, la de Aragón (con Cataluña, Valencia y las Baleares), Navarra (hasta los Pirineos) y Canarias, con proyecciones hacia Italia (Nápoles, Sicilia y Cerdeña), América y el Magreb.
Hasta que Carlos llegara a España gobernaría en Castilla el cardenal Cisneros y en Aragón el arzobispo Alonso de Aragón.
Detalle de Carlos V a caballo en Mühlberg, de Tiziano.

          Carlos I siguió los designios de su abuelo Fernando y respetó las instituciones y los privilegios de Aragón, logrando de este modo un período de paz interna, tan necesaria para el mantenimiento de las campañas militares exteriores. Por lo que respecta a Aragón, la decisión del rey que más afectó a la vida cotidiana de sus súbditos fue la orden de conversión de todos los mudéjares del reino. De este modo se daba continuidad a la política de unidad en la fe iniciada por los Reyes Católicos. En 1528 las Cortes de Monzón declararon la conversión oficial de todos los mudéjares. Sin embargo la conversión no debió de ser tan efectiva como habían declarado las Cortes y persistieron fuertes elementos de discriminación social contra los llamados “moriscos” o “cristianos nuevos”, que perpetuaron la segregación social que habían padecido secularmente sus antepasados mudéjares y en 1610 Felipe III decretó su expulsión definitiva. La economía aragonesa se vió bastante resentida por la merma de su población.
A partir de la unificación territorial conseguida por los Reyes Católicos, la villa de Sos dejó de ser frontera entre reinos y, por consiguiente, la función militar de plaza-fuerte que había conseguido ser durante siglos desapareció. Tampoco tenemos muchas noticias relativas a la villa durante los siglos XVI y XVII. Tan solo un privilegio concedido por Carlos I el 19 de diciembre del año 1533 para que los ganaderos de Sos pudiesen tener juez y Ordenaciones, como los de Zaragoza, Ejea, Tauste y otros lugares del Reino de Aragón, lo que demuestra la importancia de este sector en la economía del Antiguo Régimen en Sos.[1]
A la muerte de Carlos I le sucede su hijo Felipe II de Castilla y I de Aragón. No siguió la política de respeto a las instituciones y fueros aragoneses que su padre había mantenido por recomendación testamentaria de su abuelo Fernando “El Católico”. Muy al contrario, inició una línea de centralización estatal que buscaba una mayor uniformidad legal para administrar el conjunto de los Estados unidos bajo su soberanía. Para ello se revelaron fundamentales las instituciones comunes para todo el territorio, como el Tribunal del Santo Oficio o Inquisición que, dependiente directamente del rey, ejercía su jurisdicción por encima de fueros y leyes territoriales.
Recordemos que la Inquisición fue fundada en España por los Reyes Católicos en 1478 para mantener la ortodoxia católica en sus reinos. En los siglos XVII había comisarios inquisitoriales y familiares del Santo Oficio en Sos., estando documentados Gabriel Lozano (1616-1635) y Bernardo Besul (1693). Con posterioridad, ya en el siglo XVIII, aparecen los comisarios José Pejón y Lizuain (mayo 1745 a septiembre 1771), José Gayarre y Miguel Salvo (septiembre 1771 a octubre de 1802)[2]

Los conflictos que se plantearon entre los defensores de los fueros e instituciones aragonesas y Felipe II desataron la rebelión aragonesa de 1591, encabezada por el Justicia D. Juan de Lanuza. La experiencia y la superioridad numérica del ejército real no tardó en sofocar la rebelión y el Justicia de Aragón fue decapitado. El monarca convocó Cortes en Tarazona en 1592 y, aprovechando su victoria, modificó los fueros de Aragón.
Felipe II, por Sofonisba Anguissola, 1565 Museo del Prado (Madrid)
Tras el saqueo de la ciudadela de Menorca en el año 1558 por parte de los turcos y la amenaza que representaba la flota otomana y el corso norteafricano ante las costas levantinas, Felipe II solicitaba ayuda a los diputados de Aragón y a las universidades del reino para combatir al turco, pues ante la posibilidad de que se aliaran con los franceses, podrían atacar la plaza de Perpiñán. Así, el 21 de julio el monarca se dirigía desde Valladolid al gobernador de Aragón, don Juan de Gurrea, para movilizar en el reino un contingente de 1.000 hombres. A mediados de agosto varias localidades del reino ofrecieron su contingente para el socorro de Cataluña, aportando entre las villas de Tauste, Unacastillo, Sádaba y Sos un total de 100 hombres.[3]
También se estableció un complejo dispositivo para facilitar la estancia en las montañas de las tropas españolas ante este posible conflicto bélico con Francia. Las tropas desplazadas desde Zaragoza no llegaron a entrar en acción, pero el 1 de mayo de 1592 se ofrecieron alojamientos en Sos y su comarca a ocho compañías de infantería al mando de Juan de Vivero y dos compañías más de caballería,[4] pues había que tener en cuenta que en aquellos duros días de invierno no solamente era difícil mantener las tropas en los lugares donde se encontraban, sino que también era muy complicado el hacerles llegar los víveres precisos, pues el transporte tenía que realizarse “con acémilas y bestias de carga, porque no pueden hacerse por carretera, si no es desde Huesca a Nueno y desde Almudevar a Ayerbe, que es tierra llana, que toda la demás es a pie de sierra y no se puede platicar con carretas”.[5]
Igualmente, la dispersión de las unidades por diferentes zonas del territorio aragonés planteaba nuevas exigencias desde el punto de vista sanitario, ya que no era posible prestar una asistencia adecuada con un solo hospital ubicado en Zaragoza, por lo que fue preciso crear hospitales “secundarios” en las localidades que, bien por su importancia o por el número de soldados asentados en sus inmediaciones, resultaba necesario. Se trataba de pequeños hospitales al frente de los cuales había un mayordomo, designado por el Administrador General, que con un reducido grupo de personas seleccionadas por él atendían a los enfermos. En todos los casos tanto el médico como el boticario eran los de la población respectiva y desempeñaban su cometido sin percibir una remuneración fija, sino en función de los trabajos realizados. En muy pocos casos hubo barberos o cirujanos en las plantillas, y solamente cuando el número de enfermos lo exigió, se contrató a otros oficiales.
En la Villa de Sos se creó uno de estos hospitales, administrado conjuntamente con el de Uncastillo, cuyo mayordomo era el Ldo. Salinas, siendo el médico el Dr. Molina y boticario Alonso de Artieda[6]. Se instalaron en Sos y en Uncastillo por ser zona mejor situada y haber “trigo y cebada para sustentar las acémilas” y a la tropa. El gasto originado por el Licenciado Salinas ascendía a 23.256 mvs, y el de Alonso de Artieda a 22.440 mvs.[7]
De Felipe II queda constancia en Sos de un Privilegio dado en Monzón a 31 de Noviembre de 1585 donde se aprueban y confirman  las Ordenaciones que hizo en la Villa de Sos don Juan de Gurrea, Gobernador y Juez de la Villa, para que el lugarteniente de Justicia de dicha Villa sea Padre de Huérfanos y que cuide de castigar y corregir a los vagabundos y perdidos; y que tenga para ello la misma potestad que tiene el Padre de Huérfanos de Zaragoza y lleve vara como los oficiales de Justicia, o como el de Calatayud[8].

Felipe III a caballo. Velázquez.
Felipe III, sucesor de Felipe II, si bien no anuló las modificaciones realizadas en los Fueros de Aragón por éste, que favorecían su propia autoridad, procuró iniciar una reconciliación con las instituciones aragonesas, jurando los fueros al inicio de su reinado, como era costumbre tradicional, y evitando cualquier posible conflicto con los aragoneses a causa de sus leyes particulares. El resto de los monarcas de la dinastía de los Austrias, Felipe IV y Carlos II, siguieron el ejemplo de Felipe III. De este modo el siglo XVII no conoció enfrentamientos entre el Reino de Aragón y los monarcas, que lograron el apoyo de los aragoneses para sus acciones políticas.
Felipe IV, por Velázquez
Pero los conflictos armados que Felipe IV mantenía en el extranjero conllevaron numerosas peticiones a las Cortes para su financiación. Las prestaciones eran cada vez más gravosas. La declaración de guerra entre Francia y España en 1635 aumentó considerablemente esta presión. En este clima belicista y de tensión económica, el estallido en 1640 de la guerra de Secesión catalana puso a prueba la fidelidad de Aragón al rey. En 1641, las Cortes acordaron una movilización de 4.800 hombres de armas, que distribuídos proporcionalmente sobre los municipios del Reino, se prorrogaron durante tres años, convirtiéndose las tierras aragonesas en cuartel general de las tropas del rey en su progresión hacia Cataluña. Esta proporcionalidad para reclutar tropas se basó en el censo fernandino, y consistió en que las ciudades otorgarían un soldado por cada 8 fuegos, mientras que las villas y lugares con un censo igual o superior a los 100 fuegos lo haría por cada 11 y los de menos de 100 fuegos por cada 12. Como resultado de esta proporción, la villa de Sos tuvo que aportar 12 soldados.
Carlos II
La respuesta de esta aportación de soldados por parte de las localidades de las Cinco Villas fue seguida muy irregularmente debido a las circunstancias socio-económicas específicas que se vivía en cada municipio y a la falta de tradición militar, entre otras cosas; pero el concejo de Sos informaba, el 8 de mayo, sobre el envío de los soldados que les había tocado “conforme al servicio y repartimiento hecho por los brazos”.[9]
Se incrementaron las tasas impuestas a los municipios para hacer frente a los cuantiosos gastos. Así, Sos pasará a pagar de los 4.092 sueldos en 1634 a 5.456 sueldos en 1639. Los concejos aragoneses podían efectuar el pago tanto en dinero como en especie, teniendo en cuenta las enormes dificultades del Reino para tributar en moneda debido a los difíciles momentos que atravesaban muchos lugares de Aragón. Sólo Zaragoza contribuiría en metálico, mientras que los restantes lugares, entre los que se integran Sos, lo harían, si no siempre, en especie, circunstancia ésta última que se haría más frecuente conforme transcurría esta etapa contributiva. Así lo evidencian los pagos entre los años 1632 y 1634 en los que Sos realizó los mismos en trigo o lana, y en 1635 en trigo[10]
También durante el reinado de Felipe IV se reconstruyeron varios paños de la muralla de Sos y se realizaron obras en el castillo de Roita, centrándose los trabajos en el patio y las puertas del mismo, realizando dichos trabajos el fustero Ambrosio de Burdeos y el albañil y cantero local Domingo Sarrias. Reparaciones documentadas el 26 de julio de 1641 y que costaron 760 sueldos jaqueses[11]
Así, con el desarrollo de los servicios prestados, que fueron numerosos y de todo tipo (material, armas, alimentos, soldados,…) el saqueo que sufrían sus fronteras, las requisas, la elevación de la carga impositiva, los reiterados alojamientos reales y la creciente inseguridad, produjeron unos desequilibrios sociales y económicos que acentuaron la ya de por sí difícil situación en la que se encontraban los habitantes de las Cinco Villas y los aragoneses. Puede decirse que el período 1640-1652 fue el momento de la máxima intensidad contributiva de Aragón en toda la centuria; fue un período de guerras al que se unió la mortandad producida por el brote de peste entre 1648 y 1654 que afectó a numerosas localidades aragonesas.
Con la conquista de Barcelona por Juan José de Austria en 1652 finalizó el conflicto con el Principado, pero el enfrentamiento franco-español se prolongó hasta 1659 con la “Paz de los Pirineos”, etapa sustancialmente definida por el estado despersonalizado y deprimido de la vida en el reino.
El gobierno de la dinastía de los Austrias duró casi dos siglos, hasta el agotamiento de la línea sucesoria directa, ocurrido el 1º de noviembre de 1700 con el fallecimiento de Carlos II. La falta de un heredero, al morir sin descendencia, condujo a un enfrentamiento bélico entre los dos principales candidatos a la Corona: los Habsburgo de la casa de Austria y los Borbones de  España. Comenzaba la guerra de Sucesión española.(Continuación)




[1] Archivo de la Villa de Sos. Año 1533.
[2] Pasamar Lázaro, José Enrique. El comisario del Santo Oficio en el distrito inquisitorial de Aragón. Rev. de la Inquisición, 6, pp.191-238. Servicio de Publicaciones. Universidad Complutense. Madrid, 1997.
[3]B.N. Sección de Manuscritos. Ms, f.17., en Solano Camón, E. “Movilización de milicias en Aragón y su función en la perspectiva geopolítica del Quinientos”, en Guerra y Sociedad en la Monarquía Hispánica: Política, Estrategia y Cultura en la Europa Moderna(1500-1700).Vol. II.,p.311 Enrique García Hernán-Davide Maffi, editores.Ed. del Laberinto. Madrid, 2006.
[4] A.G.S. Guerra antigua, leg.350, nº171
[5] A.G.S. Guerra antigua, leg. 346, nº 171
[6] A.G.S Contaduría mayor de cuentas. 2ª época, leg. 950
[7] Manuel García Rivas.”El apoyo sanitario a las tropas del Ejército Real en Aragón (1591-1592)” R.H.J.Z 65-66, pp.15-36.
[8] Archivo de la Villa de Sos. Año 1585.
[9] A.D.Z.ms. Vol. VII, cartas responsivas, f. 379, 8 de mayo.
[10] A.D.Z. , ms. 434, ff. 54-55.
[11] Archivo de protocolos. S.R.C.






BIBLIOGRAFÍA

-ARGENSOLA, LEONARDO DE. Información de los sucesos del Reino de Aragón en los años 1590 y 1591. Imprenta Real. Madrid, 1808.
 -COLÁS LATORRE, GREGORIO y SALAS AUSENS, J. A. Aragón en el siglo XVI. Alteraciones sociales y conflictos políticos. Departamento de historia moderna. Universidad de Zaragoza, 1982.
-GARCÍA HERNÁN, ENRIQUE-DAVIDE MAFFI, editores. Guerra y sociedad en la Monarquía Hispánica: Política, Estrategia y Cultura en la Europa Moderna (1500-1700) Vols. I y II. Ed. del Laberinto. Madrid, 2006.
-GRACÍA RIVAS, MANUEL. “El apoyo sanitario a las tropas del Ejército Real en Aragón (1591-1592)”, en Revista de Historia Jerónimo Zurita, 65-66.
-GRACIA RIVAS, MANUEL. La invasión de Aragón en 1591. Una solución militar a las alteraciones del Reino. D.G.A. Zaragoza, 1992.
-PASAMAR LÁZARO, JOSÉ ENRIQUE. El comisario del Santo Oficio en el distrito inquisitorial de Aragón. Rev. de la Inquisición, 6. Servicio de Publicaciones. Universidad Complutense. Madrid, 1997.
-SOLANO CAMÓN, ENRIQUE. “El régimen municipal de las Cinco Villas en sus relaciones con el gobierno central.” La época moderna en las Cinco Villas. Actas de las IV jornadas sobre las Cinco Villas. S.R.C., 1988.
-SOLANO CAMÓN, ENRIQUE. Formas de reclutamiento en la movilización de Aragón durante la guerra del Segadors (1640-1652). Rev. Obradoiro de Historia Moderna nº 15, pp. 173-204. Servizo da Universidade de Santiago de Compostaela, 2006.
-TUÑÓN DE LARA, MANUEL. Textos y documentos de historia antigua, media y moderna hasta el siglo XVII. Historia de España. Labor, S.A. Barcelona, 1993.
-HISTORIA DE ESPAÑA. Plaza & Janés Editores, S.A. Espluges de Llobregat (Barcelona) 1991.



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