domingo, 8 de febrero de 2015

LA MURALLA DE SOS Y SUS PUERTAS

Sos está rodeada en su totalidad por una muralla construída con posterioridad al castillo, para así defenderse aún más de los invasores y posibles asaltantes de la villa.
No se sabe con certeza cuándo se levantaron estas murallas, pero parecen ser anteriores al último cuarto del s. XIII, pues consta que Alfonso III (1285-1291) ordenó fortificar Sos como consecuencia de su guerra contra Navarra y Francia. También Jaime II, el 2 de febrero de 1295, coincidiendo con las tensiones bélicas del momento, mandó reconstruir y restaurar las murallas de la Villa, pues estaban muy estropeadas tras los continuos ataques enemigos, mandando destinar el cobro del impuesto del “herbaje” de la localidad a tal efecto.[1]
Portal del mudo, flanqueado por una torre.

                      Pero sin duda, fue en el período de mediados del s. XIV a los inicios del s. XV (1336-1412) el momento más prolífico de la fortificación de Sos, coincidiendo con el reinado de Pedro IV, especialmente a causa de la tensión bélica desarrollada entre Aragón y Castilla, que se tradujo no sólamente en una violenta guerra entre 1356 y 1375, sino también en un constante clima de inquietud que llevó a una continua reforma y ampliación de la fortificación de Sos. Así, el 4 de junio de 1341 Pedro IV expidió un mandato al bayle General de Aragón para que el Justicia y los jurados de Sos tuvieran la administración de la Primicia y que gastaran parte de ella en la reparación de las murallas.[2]
  Igualmente, en 1361, los comisarios de las ventas de las primicias del Obispado de Pamplona en Aragón otorgan cierta cantidad para la reconstrucción de las murallas, siendo los obreros de esta restauración los vecinos de Sos Jimeno de Lozano y Pedro Tailadura [3] . También, el 10 de diciembre 1365 concede facultad a los de Sos para que cobren durante tres años dos sueldos por cada carga de vino que transite por el lugar, con objeto de que se invierta en las obras y fortificaciones de los muros y empalizadas.[4] En 1512 Fernando II también realizó obras en la fortaleza de Sos.  Con posterioridad, y también en el siglo XVI, se hicieron más reformas y ampliaciones, como las realizadas en  el torreón de la Reina y en buena parte del lienzo de su parte de muralla.
Más tarde, durante el reinado de Felipe IV, y en el año 1641, se reconstruyeron otra vez el castillo y las murallas, que estaban muy dañadas.
En 1706 Felipe V volvió a ordenar que se reedificaran y fortalecieran los muros y fortificaciones.
Ya en el siglo XX, en los años sesenta, el arquitecto Dn. Francisco Pons Sorolla restauró las murallas y torres en su escrupuloso afán de recuperación de la memoria histórico-arquitectónica del pasado.

La muralla de Sos estuvo cerrada por siete puertas y doce torres o baluartes. La planta del recinto murado es alargada, en forma de lengua, siguiendo las curvas de desnivel del terreno, de unos 450 metros de norte a sur por una anchura variable con un máximo de 150 m., abarcando aproximadamente unas 7 Has.[5]
De las murallas se conservan algunos lienzos, que han sido todos transformados en fachadas de casas y muros de cierre de huertos. No obstante se puede apreciar la buena obra de sillería que los formaba.

 

Actualmente se conservan todas las puertas de acceso al recinto amurallado, unas transformadas en vivienda y otras no, por lo que estas últimas están algo deterioradas. La tipología de los portales de entrada varía, siendo alguno muy sencillo, formado por un simple arco de medio punto o apuntado, y otros consistentes también en arco pero cobijados en torres con un importante desarrollo vertical. Cada una de las puertas recibe un nombre, bien según la orientación en la que están ubicadas (Levante, Poniente) o bien el nombre de la localidad hacia la que se orientan (Uncastillo, Jaca, Sangüesa, Zaragoza), excepto una (portal de la Reina), teniendo a su vez todas ellas uno o más sobrenombres salvo el portal de Zaragoza.
De todos es sabido la costumbre que existe en los pueblos de no llamar a las cosas por su nombre e intentar acercarlas lo más posible a la costumbre y rutina diaria, dando lugar a los característicos “motes” o “sobrenombres” de cosas y personas. Es por ello que casi todos los portales poseen un sobrenombre dado por los vecinos debido a diversas circunstancias que, bien sean por hechos históricos, acontecimientos singulares, leyendas u otros motivos, han influído de manera notable en el “nuevo bautismo”, más cercano, vulgar y familiar, de los portales, que iremos viendo uno a uno en diferentes entradas del blog.
Para poder contemplar mejor todo el recinto amurallado es aconsejable dar un paseo perimetral por la parte exterior del mismo empezando por la carretera que nos lleva hacia Sangüesa desde la entada principal de la Villa, junto al parque, siguiendo su sinuoso recorrido. De este modo encontramos, en primer lugar el portal de Uncastillo o “de los cuernos” (Ver portal) Continuando por la carretera a pocos metros veremos el portal de Levante o de “Bueno” (Ver portal), ambos muy simples en su construcción, en arco de medio punto y muy parecidos en cuanto a tamaño y forma.
Siguiendo nuestro camino y sin perder de vista la muralla, entraremos por nuestra izquierda a un pequeño descampado (Campo del Toro; llamado así por ser el lugar donde antiguamente se celebraban las corridas de toros y vaquillas en días festivos) para llegar al Portal de Jaca o de “Monterde”, más majestuoso que los dos anteriores (Ver portal).
Por las escaleras que tenemos a nuestra izquierda regresamos de nuevo a la carretera y la seguimos hasta la curva del Parador de Turismo. En este tramo no encontramos ninguna puerta de acceso ya que en esta parte del promontorio el terreno era demasiado rocoso y abrupto como para poder acceder a la la villa a pie, y mucho menos para asaltarla. De ello nos podemos dar cuenta si nos fijamos en la inclinación de las laderas y en sus formaciones rocosas sobre las que se asientan las murallas, que actualmente forman parte de las casas de la villa.
Lienzo de muralla del siglo XI, junto al Parador de Turismo

                    Al llegar al Parador dejamos la carretera general para retomar la muralla por la carretera de circunvalación de la Villa que transcurre paralela a la muralla. Hay que reseñar que aquí, junto al Parador Nacional, existió otro núcleo defensivo que se remonta a los inicios del siglo XI, base de la construcción defensiva posterior.
Portal de Sangüesa
           A unos cuantos metros del Parador vemos el Portal de Sangüesa o de “Nador”(ver portal), y seguidamente el portal de Poniente o “del Mudo”(ver portal). Desde este portal ya divisamos la siguiente torre-puerta, la más alta y mejor conservada de todas: el portal de la Reina, de la “fuente Alta” o de “Malla”. Accedemos a ella dejando la carretera y subiendo unas escaleras que encontramos a nuestra izquierda.(ver portal)

         
Portal de la Reina visto desde el interior del recinto
 

                Desde el portal de la Reina retomamos el seguimiento de la muralla, aunque desde el punto donde nos encontramos va a ser muy difícil seguir el muro porque se interna en la villa formando parte de las viviendas y no tenemos acceso peatonal, por lo que continuaremos por la calle en la que nos encontramos, perdiendo la muralla unos instantes de vista, hasta girar a nuestra izquierda, por el frontón, para de nuevo divisarla y seguirla hasta la puerta principal de acceso a la Villa, el Portal de Zaragoza, el único que no tiene sobrenombre(ver portal). De aquí la muralla continúa hacia la carretera hasta encontrarse de nuevo con el Portal de Uncastillo, cerrando así el perímetro fortificado de la Villa.
Tras observar la grandiosidad de la muralla, sus gruesos, fuertes y altos muros, con sus grandiosas torres  defensivas, nos podemos imaginar las enormes dificultades de las tropas enemigas que quisieran asaltar la Villa en la Edad Media, pues si Espoz y Mina siglos después, con unas técnicas de asalto más modernas, armamento más sofisticado, destructivo y letal no pudo entrar en la Villa, más improbable era que lo hicieran los ancestros de la Edad Media; o por lo menos, así se entienden los sangrientos combates y largos asedios, que duraban incluso varios meses, a los que se veían sometidas  las ciudades fortificadas.
Muralla en la zona del Parador de Turismo

No debemos olvidar que Sos estaba amurallado con anterioridad al siglo XIV por otra muralla mucho más grande en su perímetro y que mandó derribar Don Gil Rodrigo de Lihori, Gobernador de Aragón, para mejorar y fortalecer la defensa de Sos, dando un plazo de 20 años para su demolición, bajo cierta pena pecuniaria, plazo que en 1402 prorrogó el rey Martín el Humano por 8 años más.
Según la tradición y lo que demuestran los vestigios antiguos, dichas murallas corrían desde la Ermita de San Bartolomé, incluyendo todo el terreno despoblado que entendemos por el nombre de huertos de Landa, hasta que se encuentra el camino que va a la Fuente del Puente, de forma que estaba en medio de esta parte del pueblo la Basílica de San Miguel.[6]
De esta prudente precaución fortificadora deriva el haber triunfado el castillo de Sos de todas las invasiones enemigas, pues según los analistas sólo una vez fue tomado, y consistió en que,” habiendo corrido unidos los reinos de Aragón  y Navarra, se separaron con la muerte del rey Dn. Alfonso el Batallador, en el infeliz sitio de Fraga, y cayendo el de Aragón, en el pacífico y religioso pulso de Don Ramiro el Monje, hizo una entrada en Aragón el rey de Navarra Dn. García Ramírez y encontrando desapercibido el castillo de Sos y a sus vecinos dados a la paz en fe de la antigua unión, los rindió el año de 1139 y puso por Alcayde y Gobernador, al rico hombre Dn. Guillen Aznárez de Oteiza, pero al punto que volvio de la Provenza el principe Dn. Ramón, su yerno, que fue el año de 1143, lo volvió a recobrar.” [7]



[1] A.C.A. Cancillería, Reg. 194, f, 194v.
[2] Archivo de la villa de Sos. Año 1341; A.C.P. Arca Episcopi VI, doc. 41, nº 233.
[3] A.C.A. Real Patrimonio. Carp.8, nº 358.
[4] A.C.A., Cancillería, reg. 912, ff. 44v-45.
[5] Guitart Aparicio, C. El paisaje urbano en las poblaciones aragonesas, p. 66. Cuadernos de Aragón nº 40. Zaragoza, 1979.
[6] José Cabezudo Astraín y Ambrosio Guillén de Jasso. Noticias históricas de Sos. Cuadernos de historia Jerónimo Zurita, núm. 3. 1952. Zaragoza,1954,  p. 171
[7] Zurita, J. Anales. Lib. 2, cap. 5, fol. 61.





BIBLIOGRAFIA

-CABEZUDO ASTRAIN, JOSÉ, Y ANTONIO GUILLÉN DE JASSO. Noticias históricas de Sos. Cuadernos de historia Jerónimo Zurita, nº 3. Zaragoza, 1952.
-GUITART APARICIO, CRISTOBAL. El paisaje urbano en las poblaciones aragonesas. Cuadernos de Zaragoza nº 40. Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza, 1979.

-ZURITA, JERÓNIMO. Anales del Reino de Aragón. Ed. A. Canellas. I.F.C. Zaragoza, 1989-1996.

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